miércoles, 20 de mayo de 2009

OPINIÓN

Carta ciudadana
Escribe Jorge Luis Bonfanti

He participado de todas las elecciones desde 1973. Hace mucho que cubro como periodista las campañas electorales, creo que tengo algunas ideas para compartir con mis conciudadanos.
Los políticos y las empresas periodísticas pretenden darle a esta elección un dramatismo que no tiene. Nada cambiará mucho después de junio porque los gobiernos, tanto locales como provinciales y nacionales de la mayoría de los países está regido por agendas internacionales, el margen de maniobra de los mandatarios es bastante limitado; fíjense ustedes que las provincias no kirchneristas no son muy distintas a las que sí lo son, se diferencian en matices más o menos profundos, pero en ningún caso son dos cosas totalmente distintas. Pongamos como ejemplo a Tierra del Fuego y Buenos Aires, o municipios como San Pedro o Junín y Escobar.
Cuando los bonaerenses cruzamos la General Paz, no entramos a un lugar totalmente distinto, ni para mejor ni para peor; dos familias trabajadoras, una que viva en Parque Patricios y otra en Garín, tienen más o menos problemas similares. Por lo tanto no hay que exagerar con lo de los dos modelos. Aunque es cierto que hay diferencias de estilo.
El dólar no se va a ir por las nubes, es mucho más posible que continúe atado al real brasileño, porque los sectores que mandan en la economía de los dos países, supragobiernos se podrían llamar, así lo quieren. No va a haber patacones porque el país viene de una larga etapa de crecimiento y tiene muchas reservas en el Banco Central, para que vuelvan los bonos se debe pasar por lo menos tres años de recesión.
La mayoría de la gente vota como habitante y no como ciudadano, vota con el bolsillo, si le fue más o menos bien votará a favor del oficialismo, si le fue mal, votará en contra.
El que vota al gobierno sabe qué vota, vota lo que hay, si no está de acuerdo con este curso, puede votar a Lilita. Si no le gusta el capitalismo puede votar a cualquiera de las listas de izquierda, si quiere profundizar el tenue progresismo del Kirchnerismo puede votar a Sabbatella.
Lo que no entiendo, y me preocupa, es para qué alguien puede a votar a De Narváez, un candidato creado como por arte de magia.
Me ha tocado hacerle muchas notas y concurrir a muchos actos, jamás lo escuché decir algo insensato ni sensato, nunca dice nada; hace política desde la antipolítica, su campaña se basa en los problemas de la inseguridad y desde su banca no propuso proyecto de ley alguno sobre el tema (Invito a visitar la página web de la Cámara de Diputados y confirmar su historial).
Dice que hay que hacer una campaña sin agravios, para inmediatamente agraviar a la mayoría, que es la que vota al actual gobierno. Dice estar en contra de la pobreza y la desocupación, pero cuando vendió Casa Tía dejó a la mayoría de sus trabajadores en la calle, y mientras fue el dueño no era muy generoso con los salarios que pagaba.
Como dueño de un canal de aire, América, no hace nada por mejorar el nivel cultural del pueblo; por el contrario, por las tardes Jorge Rial se la pasa enfrentando a las vedetongas entre sí.
Es uno de los dueños de la pelota, en el monopolio más asqueroso para el pueblo argentino, como es el del fútbol y ni siquiera tiene el código de la calle de pasar inadvertido, cuando va a la cancha TyC poncha su imagen varias veces por partido, como si fuera más famoso que Susana Giménez. Se disfraza de peronista y no canta la marcha, con la segura íntima convicción de que el que no es peronista o presidente de Boca en este país no llega a nada en política.
Nunca dice como va a hacer ni explicita su programa político, por eso es un peligro.
Además, y para terminar de confundir, pocos periodistas informan que De Narváez no puede ser gobernador porque el artículo 121 de la Constitución Provincial determina que el candidato debe haber nacido en territorio nacional y no ser argentino naturalizado, sin ninguna posibilidad de reinterpretación.
Si alguien lo vota ¿Para qué lo vota? Eso es lo que no entiendo y me preocupa.
Que a las grandes mayorías nacionales les vaya mejor, depende de sí mismas, de su participación, movilización y espíritu de lucha. Se vote a cualquiera de las variantes que existen, fuera de De Narváez, es un voto válido; yo aclaro que voy a votar por Martín Sabbatella, pero…
Ni se viene el mundo abajo si pierde el oficialismo, ni las cosas están tan mal como dice la oposición mediática.
A nivel local la contienda se dirime entre candidatos que hace rato vienen rondando los cargos públicos; Guzmán fue una pieza clave del Pattismo casi diez años, Costa también durante los últimos diez fue concejal, senador, diputado, etc. Jobe lo mismo. Angioi, Santo, todos tuvieron su cuarto de hora. Nada nuevo por aquí.
Voy a votar a Vale y a Derra, pero creo que el resultado final que obtengan estará directamente atado a las dificultades que tiene el progresismo para unificar criterios y lograr avances políticos.
Vale y Derra deberían utilizar la campaña para llamar a asambleas autónomas del progresismo con los ojos puestos en constituir una oposición responsable y no gritona al cohete. Si se quiere progresar y dejar de ser una alternativa minoritaria, se debe primero poner orden en la propia casa superando viejos entuertos entre ranas y sapos.
Conclusión, nadie es perfecto, todos somos humanos.