lunes, 26 de enero de 2009

OPINION

Obama y la letra chica
Por Héctor López Torres *

Después del show espectacular del martes, y entre esa abrumadora acción mediática la vergonzosa cobertura periodística argentina, especialmente televisiva, la asunción de Barack Obama a la presidencia de los Estados Unidos abrió la etapa en la que su gestión gubernamental ya no estará en el reino de la ilusión sino de la realidad. El fervor de la ¨obamanía¨ deberá afrontar la prueba de los hechos.
El mismo Obama ya avisó que nada será fácil y que todo demandará un tiempo sin acordes con las expectativas desmedidas. La magia del espectáculo no alcanza para poner paños fríos a la profundísima y creciente crisis económica y financiera interna, y a sus derivaciones internacionales; terminar con las sangrientas incursiones israelíes en los territorios vecinos y ayudar a instalar la paz en Oriente Medio; retirar sus tropas de Irak y Afganistán, países invadidos por su antecesor, permitiendo la reconstrucción de su soberanía y estabilidad política; parar el conflicto entre India y Paquistán que puede generar una guerra nuclear; hacer retroceder las nuevas condiciones latinoamericanas a la época colonial; etc. En síntesis, dar respuestas que le demandan al gobierno en su país y a su papel de poder hegemónico en la política mundial.
El discurso ha sido claro en ambos planos; nadie puede esperar resultados rápido y tampoco unanimemente plausibles. Lo único que sí, todo el mundo debe estar convencido, es que pondrá todo su esfuerzo en reconstruir el liderazgo de Estados Unidos como la nación mas rica y poderosa de la tierra combatiendo contra la red de violencia global; conceptos que remiten a la esencia del discurso de Bush y que este desacredito por la grosería con que intento sostenerlos en la práctica de sus ocho años de gobierno. No por casualidad el tema de la ¨imagen¨ norteamericana fue puesta por Obama en la cumbre de sus preocupaciones movilizantes.
La agenda que se relaciona con esa esencia, y que por lo tanto interesa a los pueblos del resto del planeta, no puede menos que compatibilizar con las políticas de Estado que vienen de antes y que difícilmente sufran cambios que impliquen mucho mas maquillaje y actualización.
El silencio que mantuvo durante los días de las ultimas acciones criminales israelíes en Gaza fue un ejemplo innegable de aquella amarga presunción. Su excusa de que no debía interferir con la política del gobierno de Bush hasta asumir su reemplazo no le impidió atacar al gobierno de Hugo Chávez, aún cuando este no hubiese pronunciado una palabra contra él. La designación Hillary Clinton como Secretaria de Estado (Ministra de Relaciones Exteriores) confirma que el lobby judío neoyorquino seguirá teniendo el peso que todo el mundo conoce.
También sus afirmaciones sobre Cuba anticipan que seguirá, en lo esencial, la política de Estado de Bush; dijo que aflojaría las restricciones para viajar y remitir dólares a la isla pero que mantendrá el bloqueo que hace décadas pretende hacerle la vida imposible al pueblo cubano; un bloqueo que la inmensa mayoría de los países ha reclamado que cese e incluso en la reciente reunión de países latinoamericanos, con los cuales pretende tener coincidencias políticas, fue pronunciado el mismo y enérgico reclamo. La designación de equipos de funcionarios que participaron en todas las políticas contrarias a la democracia y los intereses populares de América Latina seguramente que no garantizan ningún cambio en la vieja doctrina imperial de todos los anteriores mandatarios norteamericanos.
A sabiendas que la letra chica o las palabras sueltas encubren mensajes que no pueden ser manifiestos acerca de la retirada de las tropas norteamericanas que están en Irak, los militares y los fabricantes de armas, a quien fue dirigida la alocución, pueden estar tranquilos. La retirada será ¨responsable¨ y para que no se dude de su intención de mantener activas a sus fuerzas armadas dijo claramente que aumentara el numero de soldados en Afganistán. Para eso , en el gabinete bipartidista que lo acompañara, Obama ha ratificado en su cargo nada menos que al ministro de defensa del gobierno de Bush.
Los 500.000 empleos mensuales que la crisis les ha hecho perder a los trabajadores norteamericanos, y que ya comienzan a incrementarse en Europa y América Latina por el quebranto de las multinacionales de la industria y los servicios ponen el acento dramático que le dará a la política de Obama, muy probablemente, el dolor de cabeza que sufrió en los años treinta F. D. Roossevelt: una lucha social interna coherente con malas expectativas que nutrieron muchos de los votos de los jóvenes y pobres de ese país.
Y es de esperar, por sobre todas las cosas, que las actuales formas de la tercera guerra mundial que vivimos no se transformen en un ocaso definitivo de la humanidad por la extensión de los actuales o nuevos conflictos armados hacia un nivel nuclear; Obama, es claro, tendrá una inmensa responsabilidad en esta perspectiva.

* Periodista y dirigente del gremio de prensa.