lunes, 16 de marzo de 2009

REPORTAJE PÚBLICO

Aída Holtz: de profesión docente
¿Dónde nació?
- Nací en Capital Federal, en el Hospital Rivadavia. Soy la segunda hija de cuatro hermanas, Holtz, en alemán, quiere decir madera.
¿Cómo son sus ancestros?
- Los Holtz en Europa vivían en los bosques... por eso lo de madera. Mis abuelos vinieron durante la primera guerra mundial y se ubicaron en Jacinto Araoz, el pueblo de La Pampa donde alguna vez fue médico rural el Dr. Favaloro, que atendía a mis parientes. Eran campesinos, vivían del campo trabajando de sol a sol.
¿Cómo era su padre?
- Mi viejo era hijo de inmigrantes ruso-alemanes. Se llamaba Waldemar, era un bohemio, fue domador, campesino... Hizo todo tipo de trabajos. Se fue de su casa a los ¡catorce años! Trabajaba en las estancias. Sabía leer y escribir, hizo la escuela primaria, bailaba el tango. Sólo volvió a su casa cuando lo fueron a buscar porque su madre había muerto. Fue millonario, se sacó la grande, se compró un auto, prestó plata que nunca le devolvieron y dilapidó todo. Ese fue el motivo para que se vinieran mi mama y mi papa a Buenos Aires.
¿Y su madre?
- De mi mamá tengo la herencia española y también africana. Mi abuelo materno era bien negro, del Uruguay, y yo vengo a ser una mezcla de todo eso.
Vivieron en Bahía Blanca, luego en Capital, en Los Cardales y al fin en Escobar en la Villa Marconi. No teníamos casa y andábamos de un lado al otro, hasta que mi mamá se enfermó de los huesos, no había remedios y tratamientos como ahora, así que mis tías la llevaron a Tres Arroyos a hacerse curas de sol. Tenía que estar largas horas en la playa por el iodo y todo lo que el sol te puede dar... A nosotras nos separaron dos y dos, unas con una tía y las otras dos con otra. Fueron tres años, años oscuros.
¡Toda una aventura en plena niñez!
- Y sigue. Volvimos a Escobar, todos con buena salud y nos instalamos en la calle Travi, en los conventillos de Capello. Recuerdo que había plantas añosas que tenían como unos coquitos, jugábamos en la calle, cazábamos mariposas, no teníamos juguetes, los inventábamos nosotros, no existía la televisión, escuchábamos mucho la radio.
¿Puede definirla como una niñez feliz a pesar de los problemas?
- Fui muy feliz, llena de principios y todo eso de "pobre pero honrado" ¡Guay que nos lleváramos algo de la escuela que no era nuestro! Otra cosa que recuerdo es que jugábamos en la terminal al hombre sin cabeza, era re-lindo, aunque en realidad nos asustábamos, gritábamos y corríamos. El lugar estaba lleno de árboles.
¿Sabías que conocí a Spadaccini? Era como un patriarca, nos llamaba a su oficina, a todos los pibes y hablaba con nosotros, tenía el pelo blanco y una barba igual de blanca y larga. En su oficina había frascos de todas clases y pájaros, nosotros mirábamos silenciosos el lugar. Luego veíamos un frasco que tenía algo así como bencina y estaba lleno de confites y nos regalaba uno a cada uno.
¡Qué distinto a la niñez actual!
- Jugábamos con los chicos de Potskavy, también con Malín Ferrari. Recuerdo que había un molino grandísimo que ahora no veo más, tenía escaleras y nos subíamos bien alto, comíamos mandarinas y tirábamos las cáscaras para molestar. ¡Felices tiempos aquellos! A mi mamá le decían "la señora de las cuatro nenas". Recuerdo que cuando vinimos de Tres Arroyos, un día apareció el entonces Director Gerasi, de la escuela en aquel entonces Nº 38 (hoy la Nº14) a decir que teníamos que ir a la escuela, mi mamá no había ido a la escuela porque a las mujeres no las mandaban y menos en el campo. Sola aprendió a leer y escribir, le gustaba leer el diario.
¿Y la secundaria dónde la hizo?
- La secundaria la hice en la Normal mixta Eduardo Costa de Campana, mi papá no quería que estudiáramos, decía que teníamos que ir a trabajar y la que insistió siempre fue mi mamá, a ella le debo el deseo de superación. Cuando estaba en 2do año, no quería ir más, le tenía miedo al escuela, ella dijo muy "pedagógicamente"… "Vas a ir aunque tengas cien años". Hoy lo agradezco.
¿Y apenas terminó la normal empezó a ejercer?
- Sí, en la escuela Nº 21, en un barrio que le decían el Cri Cri, en Garín. Yo era jovencita, tenía 18 años, de los 18 de esa época, los chicos tenían, algunos, también 18, era 7mo grado. Ahí hacía de todo, a la mañana daba clases, a la tarde me quedaba y organizaba campeonatos deportivos, periodismo y quinta, todo por el mismo sueldo, a la noche visitaba a los chicos enfermos, era feliz y eso que a veces no cobrábamos durante tres meses. Hoy me cuesta entender un poco al que sólo va por el dinero, y no da un paso si no se lo pagan. Luego trabajé en la escuela Nº 6 de Matheu. Recuerdo un hecho: en esos años el hombre llegó a la luna, y lo veíamos en los televisores ¡en blanco y negro!!!
Cuando me titularizaron trabajé en la Escuela Nº 2, en las casillas, en la fábrica de los Completa, en el jardín 901 y en la Escuela Nº 2 actual; muchos de los que son personajes públicos hoy fueron alumnos míos.
Los años de la Escuela 2 fueron maravillosos, tuve compañeras inigualables que ya no están, como Alma Lalli, Tuti Trevisi, Martha Ameghino, es bueno recordarlas en el mes de la mujer, eran maestras de alma, orgullosas de serlo.
¿Fue la época en que ingresó al gremialismo?
- Sí, Me tocó ser una de las fundadoras de Ctera, ahí conocí al profesor Alfredo Bravo, Escobar formó parte de los distritos disidentes de la FEB. En mi época tuve que defender el derecho de las mujeres docentes de usar pantalón, las directoras de entonces no lo permitían, y ahí iba yo como el Quijote. Hacíamos asambleas multitudinarias donde los padres nos acompañaban. Es indudable que las cosas han cambiado.
¿Cómo empezó su vocación artística?
- Cuando terminé el secundario quería estudiar literatura... Ingresé en la UBA dando el examen de ingreso, lo cual era muy difícil para un estudiante del interior, ya que el mundo cultural era escaso en estos lugares, y los exámenes tenían que ver mucho con la cultura que tenía cada uno. Fui dos años y tuve que abandonar porque había paros permanentemente, no daban clases y sentía como que perdía el tiempo.
Luego ingresé en el Instituto Grafotécnico donde cursé Periodismo, una carrera por aquel tiempo de nivel terciario, que me dejó muchas anécdotas.
¿Cómo se compone su familia?
- En la actualidad mi familia se compone de dos hijos Mariana y Fernando y mi esposo Miguel. Vivimos en nuestra casa de hace más de treinta años, en el Barrio Bardessono. Somos una familia de trabajadores.
Con todas las actividades que realiza: directora de escuela, miembro de la Sade-Escobar, militante política, artista plástica ¿Le queda tiempo para ser una señora común, por ejemplo, le gusta cocinar?
- Cuando me casé me gustaba cocinar, pero la verdad que fue por poco tiempo, siempre trabajé, me acostumbré a lo rápido. En una época y con mi hermana Alicia fuimos a aprender, pero mi idea era ayudar.
¿También de la cocina hizo una tarea social?
- Fue en la época del corralito, veía que había gente que no sabía hacer nada, y aprendí a hacer salsas (como la de las italianas), conservas y toda cosa que se pudiera guardar, para poder ahorrar, gastar menos y hacer rendir más lo poco que uno podía tener en ese momento. Dorita de Matheu me prestó una máquina para poner las tapas a los frascos y hacer el vacío, y con una olla a presión a la que le había puesto un manómetro para medir la temperatura, metía los frascos con la salsa o lo que sea, los esterilizaba y luego los tapaba para que duraran mucho tiempo. Eso enseñábamos, hacíamos cursos y también con las mamás de algunos alumnos hacíamos trueque en la escuela LEA.
Empezamos con libros, después ropa, uniformes, y después terminamos con comida. Había mujeres que no sabían nada, salvo hacer bollos y tortas fritas. Aprendí a hacer el paté para motivarlas: ¡qué barato se puede sobrevivir y con vitaminas! También aprendimos a trabajar la soja, con varias profesoras de la escuela empezamos a enseñar a preparar leche de soja, garrapiñadas, carne de soja, milanesas, jugo. Íbamos por los colegios y los barrios más humildes enseñando. ¡Hasta Villa Ballester llegamos!
¿Cómo nace su necesidad de luchar contra las consecuencias culturales de la pobreza?
- En mi casa necesitaban dinero todos los meses y en la escuela no me pagaban seguido; entré en la Marina, en la secretaría de pagos al exterior y poderes. Era un edificio que estaba frente al Parque Lezama, en la Capital. Ahí aprendí a escribir en unas grandes máquinas planilleras eléctricas.
Recuerdo que el primer día estuve todo el tiempo con el parte diario, el jefe después, cuando pasó el tiempo, me comentó lo que había pensado: "¿Cómo tomaron a esta tonta mujer?". El tiempo y mi dedicación me hicieron casi imprescindible, aunque como dice el refrán, todos somos descartables.
Fueron años extraños... de frivolidad e hipocresía, Usaba pelucas, pestañas postizas... ja, ja, ja... Cuando venía así a Escobar, la gente no me conocía, Es que ahí trabajaban mujeres muy arregladas, coquetas, y a mi me tenían de conejito de la india me cuidaban, adornaban y asesoraban.
Usted fue una sobreviviente de los 70.
-Muchos de esos años fui gremialista, con algunos amigos habíamos fundado una Biblioteca en la calle 25 de Mayo, nos habían dado los libros de la Biblioteca del Club Independiente y algunos de la Sra de Travi, allí hacíamos reuniones, talleres, comenzábamos a ser mal vistos. En esos grupos conozco a Miguel Magnarelli, y nos hicimos "amigovios", el era menor que yo, anduvimos algunos años juntos. El empezó a militar en el PCR (Partido Comunista Revolucionario) y yo lo acompañaba, íbamos a las reuniones en la época de López Rega, cada vez se hacía más difícil la situación política, un poco como ahora, la diferencia es que las Fuerzas Armadas tenían mucho poder.
En esos tiempos también hice mucho teatro, clásico y experimental. Fuimos con Analía Sergiani, hoy famosa cuentacuentos conocida como Ana Padovani, al Festival de Teatro de Córdoba. Eramos muy amigas.
El golpe militar me encuentra a punto de casarme con mi actual marido, había dejado el gremialismo y el PCR porque no estaba segura si eso era lo que buscaba, jamás estuve de acuerdo con la violencia. Un mes antes de mi casamiento me secuestran, estuve detenida, encapuchada, privada de la libertad, la noche que se llevaron a los gremialistas de todo Escobar. Fue durante una noche, no se donde estuve, sólo sé que el olor de la capucha era repugnante. Me interrogaron y me preguntaron por medio Escobar. No dije nada de nadie; siempre estuve tranquila, porque no podía creer lo que me estaba pasando.
Me salvé porque en la familia de mi hermana por parte del marido había un pariente militar, al que llamaron y como él tenía mucho poder, él mismo me interrogó, junto con el entonces oficial Luis Abelardo Patti. Reconocí ambas voces, y ya no guardo rencores, todos fuimos inexpertos idealistas, no teníamos una mente especuladora como hoy se advierte en la sociedad y en muchos jóvenes.
Usted parece que hubiera vivido varias vidas
- Después me caso, tengo a mis hijos, me preparo para dirigir, estudio y doy el concurso de Directores a nivel provincial (antes era así), salgo bien, recorro escuelas y me quedo con la 15, porque… ¡Era un desastre!!! Me dije: "Acá voy a poder ayudar". Fueron nueve años de luchar a brazo partido, inauguré el edificio nuevo, me ayudaron desde la política el "Negro" Venancio Giordano con el edificio, Roberto Gaytán, Daniel Alfaro y Rubén Alberoni cuando eran concejales, en todo lo que podían. Con ellos luchábamos para que la escuela vieja fuera un Centro Complementario, lo cual se logró y luego se saco, tengo entendido por la falta de gestión directiva, y que hoy vuelve a funcionar. De ese Centro complementario y de la Escuela Media Nº 3 soy parte de su historia porque yo las solicité, aunque hoy casi nadie lo recuerde.
Me jubilé a los 48 años medio de prepo, porque tenía un problema de oído, tuve que operarme y en la época de Duhalde hicieron reducción de personal, un día me llamaron a Junta Médica y me dijeron que tenía que presentar la renuncia, yo ya la había presentado, porque sino me hubiera caído de espaldas, era una junta médica trucha, con el tiempo lo corroboré. Pero ya tenía otro proyecto.
Tuvo algunos sinsabores en la 15.
- Cuando la Municipalidad, durante el mandato de Fernando Valle, me hizo una denuncia, una mañana fuimos con varios padres a preguntar por un viaje de egresados, y el entonces intendente empezó a los gritos: "¡La Chechela me tiene podrido!" y me denunciaron, por suerte los padres me defendieron y pude continuar en mi cargo.
¿Tiene un personaje memorable de todas estas vivencias?
- Personaje hermoso que recuerdo: Martha Membrade de Pérez Liñán, sabia, equilibrada, solidaria... así la recuerdo.
¿Cómo empezó el LEA?
- Yo tenía la idea de crear una institución educativa, se lo comento a la que hoy es mi socia Edith y el marido de ésta nos dice porqué no le decimos también a Laura, las tres docentes, nos conocemos desde la juventud. Yo no quería ser más Directora, venía de una Escuela de riesgo social muy difícil, la Inspectora de entonces dijo que yo tenía que ser la directora, entonces tuve que empezar a revolver cajones para buscar mis otros títulos para acceder a la Dirección de una escuela media.
Hoy estamos por cumplir 15 años, comenzamos la construcción del edificio propio. Esa responsabilidad implica que tenga que continuar estudiando, en estos 15 años seguí perfeccionándome, por ejemplo con una beca de la Embajada de Holanda.
¿Un viaje soñado, realizado o por delante?
- Con mis socias nos fuimos a Europa...
"Me quedaron colores de los campos de España / bordados con olivos y suave en su ondular... / Me quedó aquel misterio tan místico y profundo / de la Toledo antigua cristiana y medieval..."
A España y Francia. Ahí aprendí para que sirve estudiar idiomas. Un personaje de esa época: Natalina Zaccardi, que vivió muchos años en Escobar y nos recibió en París.
Cuando regresé comencé a pintar, tengo como una locura por la pintura, fui al taller de Ignacio Noé, expuse en Buenos Aires, Santiago del Estero, Cuba, Perú, en el Cuzco, el cuadro que expuse allí salió en varios diarios como muestra de las nuevas tendencias en la pintura, y como me invitaron a viajar conocí el Machu Pichu. Además tuve la oportunidad de mostrar mi obra en una exposición organizada por la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos. Ahora pinto muy de vez en cuando.
Usted participó en política siendo muy joven y después retomó. ¿Cómo fue?
- Fue Alberto Gamarra, fundador y director de El Mensajero, que me convocó para un partido que inició el vecinalismo, insistió tanto que después me fue gustando. Mi papá era re peronista, de ahí creo que heredé el gusto por participar en política. Me pegué a las ideas de Carrió porque hablaba de principios, valores, no ponía por delante izquierda o derecha, ponía por delante que hay buenas personas y malas personas, que no es garantía que porque es de izquierda va a ser menos corrupto que el de derecha, que el problema es moral.
Me decepcioné un poco en las últimas elecciones por el robo de boletas que hubo, hecho que yo denuncié en su momento.
¿Y qué tiene para contarnos de su viaje por el mundo de las letras?
- Escribí toda mi vida, pero en el único libro que participé con mis poesías es en "La magia y los poetas" de los escritores escobarenses, escribí algunos artículos para El Mensajero, hice prólogos, estoy en la SADE porque me vino a buscar la fundadora y en ese entonces presidenta Blanca Buda, una luchadora incansable, otro homenaje insoslayable en el mes de la mujer…
¿Y que libros o autores la acompañaron en este tan interesante periplo?
- De chica "Corazón", "Mujercitas", "De los Apeninos a los Andes", más adelante "El país de las sombras largas", pero también me gustaban "Patoruzito" y "Mafalda" . Hoy me gustan Borges, Nicolás Guillén, José Martí, Marx, Platón, Sócrates, Aristóteles y Eurípides, estoy leyendo mucha filosofía, y recomiendo fervientemente "La divina comedia", "El Proceso" de Kafka. Ahora estoy leyendo "El misterio de Copérnico", que habla de cómo se va llegando a la teoría de que la tierra gira alrededor del sol.
Tanto pasado debe tener algún futuro ¿En qué anda para este año?
- Con la Sade pensamos organizar jornadas literarias en homenaje al cincuentenario de Escobar, con escritores locales y nacionales.

Perfil de un personaje
Aída Holtz, más que un reportaje, necesita un libro para contar todas sus experiencias en una vida tan rica, con tantos intereses. Aída, una de las docentes más reconocidas de Escobar, fue durante muchos años la emblemática directora, "de las de antes", de la Escuelita Nº 15, en La Chechela. Muchas veces en broma, cuando se lanzó a la carrera política, este cronista le decía que si solamente la votaban todos sus alumnos, ganaba la elección.
Pinta y ha participado de exposiciones, escribe y fue presidenta de la Sociedad Argentina de Escritores, donde realiza junto a los otros miembros una importante y militante tarea de estímulo del hábito de la lectura y de difusión de los escritores escobarenses.
Cuando se jubiló de la docencia estatal fundó con otras docentes amigas el Instituto Lea, una secundaria de las más amigables con el alumno; de las que ofrece mayor contención para los adolescentes que son tan castigados por una sociedad con grados alarmantes de individualismo.
Fue candidata a concejal y a intendente por la fuerza que encabeza "Lilita" Carrió, y es su figura más destacada en el distrito; es una persona respetada en los ambientes políticos, docentes y artísticos, y obvio que no es una política común, o no es una persona común en los ambientes políticos.
Del reportaje se desprende que es una persona completa y comprometida con lo que hace, y que esas historias siempre empiezan con una niñez sana y feliz, con juegos, risas, amigos y travesuras.