lunes, 2 de junio de 2008

OPINION

De chacareros, tilingas y tren bala
Hay dos temas en los medios por estos días que ya cansan. Uno, el enfrentamiento entre el gobierno y los productores agropecuarios. El otro es la construcción del tren bala.
En cuanto al primero, mucho se ha dicho y mucho se dirá. Como suele ocurrir, los actores recurren a las verdades parciales, para ocultar la mentira. Miente el gobierno cuando dice que no existen pequeños productores que se verán fatalmente afectados por las retenciones. Mienten del otro lado, cuando dicen que con las retenciones móviles no podrán seguir produciendo. Eso le sucedería solo a aquel sector que el gobierno dice que no existe, pero los grandes productores, los históricos apropiadores de la renta agropecuaria sí pueden.
En esa doble mentira nos tienen prisioneros a todos. Mientras los más humildes ven cómo los precios de los artículos de primera necesidad suben escandalosamente, desde el gobierno no hacen otra cosa que falsificar los datos del INDEK y echar la culpa de lo que según ellos no pasa (porque su índices no reflejan aumentos) a los chacareros sublevados.
El tema del tren bala es bastante parecido. Muchos opinan, incluso desde posiciones bastante esclarecidas, que esto es un berretín de la señora Presidenta, porque es una tilinga sin retorno y tiene desvaríos de primer mundo. Coincido enteramente con la calificación de tilinga a la señora Presidenta, con todo el respeto que su investidura me merece; remarco, su investidura me merece. Pero el tren bala no es ninguna tilingada. Son conocidos los fundamentos en contra de ese proyecto descabellado. Debería conocerlos la señora Presidenta. El mismo, atenta contra los tres principios fundamentales del peronismo:
- Contra la independencia económica, porque nos sumerge en un claro proceso de dependencia tecnológica y de asistencia financiera internacional que violan ese principio.
- Contra la justicia social, porque es un proyecto de elite, que solo servirá a unos pocos que tengan la urgencia de llegar a Rosario en una hora, en lugar de tres, y que además puedan pagar los 200 dólares promedio que costará el pasaje. Las mayorías de siempre ni cuentan con ese dinero, ni tienen asuntos tan urgentes, pero sí tendrán la obligación de pagar la construcción de esa obra, aunque nunca la vayan a usar, para que viajen las minorías de siempre y ganen plata las empresas amigas del poder. Mientras tanto, se deja de usar ese dinero para recuperar el sistema ferroviario nacional, para, por ejemplo, poder poner un furgón en el ramal Victoria-Capilla.
- Contra la soberanía política, porque a pesar de aquellos que gustan de adjudicar el tren bala a una tilingada de la reina Cristina, la construcción del mismo no es una decisión soberana de nuestro país, es una imposición de los organismos financieros internacionales.
Este gobierno, que es hipócrita y mentiroso, viene llevando adelante una política de pago religioso de toda la deuda externa ilegítima y usurera. Arregló con los especuladores de los bonos, pagó en efectivo y por adelantado la deuda con el FMI. Sólo le quedaba el arreglo con el Club de París. A instancias del FMI y del Banco Mundial, propuso una forma de pago ante ese grupo de acreedores franceses, para saldar la deuda de aproximadamente 6.000 millones de dólares. La condición impuesta para aceptar la propuesta fue que, simultáneamente al pago de esa cifra, el país debía endeudarse nuevamente en una cifra que en principio son 5.000 millones de dólares, pero nadie sabe cuánto será al final. Ahí nace la imperiosa necesidad de la señora Presidenta de pegar su famoso salto a la modernidad llamado TAV o tren bala.
Ese salto a la modernidad es el retorno, si es que en algún momento se salió de él, al sometimiento a los designios del FMI. Un endeudamiento igual o mayor a la deuda cuya cancelación origina este nuevo compromiso, el abandono definitivo de parte del kirchnerismo de su mascarada progresista, popular y nacional. Es blanquear el camino del neoliberalismo, al mejor estilo de Menem.
Nada más lejos de una simple tilingada. Es una cuestión mucho más grave que la ropa de Versacce, los perfumes de Chanell o la computadora de Slim. Es el anuncio de lo que viene, de lo que siempre fue, de lo que muchos no quieren ver, pero todos padecemos.
Mientras tanto, este domingo 1° de junio, en Maquinista Savio, llevaremos adelante una jornada de lucha por la recuperación del furgón que perdimos en el famoso salto a la modernidad de la señora Presidenta.
Por Jorge A. Derra *
jorgederra@yahoo.com.ar