lunes, 12 de mayo de 2008

OPINION

Guzmán, rumbo a la
presidencia del PJ


El intendente Sandro Guzmán podría terminar su singladura de regreso a las fuentes, sentado en la cabecera de la mesa de los dirigentes más conspicuos, y más revoltosos, que recuerde el peronismo local.
Cuando se estaba en la precampaña electoral última, cada cacique confiaba en que Néstor Kirchner, desde allá arriba, lo señalara con el dedo, y en determinado momento fue una posibilidad concreta ya que en otros distritos, cuando apareció un liderazgo claro y contundente, el ex presidente le dio la mano para la foto. Pero acá nadie pudo sacar una cabeza de ventaja, y cuando ello ocurre Kirchner no se juega por nadie, porque teme que los que quedan afuera se vayan tras mejores sombras.
Ahora, con la novedad del regreso de Guzmán a las filas justicialistas, se presenta de nuevo el mismo problema para elegir la conducción del partido: ninguno conquista un tranco de pollo de ventaja.
Si Jorge Landau quiere ser quien presida el Consejo del PJ local, varios no se encolumnarán tras su figura, comenzando un trabajo de zapa que impactará negativamente en las posibilidades de lograr una buena administración.
Si fuera Luis Carranza el elegido, ocurriría lo mismo, aunque el "Pony" ya anunció su intención de no dar batalla en ese campo y concentrarse en ayudar, desde el Legislativo y desde el gobierno, a mejorar la gestión de Guzmán.
Obviamente, tampoco pueden serlo las otras figuras del peronismo local, los actores, Hugo Cantero, los concejales, porque todos tienen un alineamiento divisionista.
Entonces se empezaron a barajar nombres de viejos personajes, que solo en la fantasía frondosa de quien busca una salida y no la encuentra pueden existir: Sonaron nombres como Hugo Parsons, Pablo Alcaraz, Jesús Angioi y otras piezas del museo "Peruca".
¿Quién puede ser elegido para esa silla sin que le serruchen una pata? ¿Quién está en condiciones de lograr, cuanto menos, un apoyo crítico y a la vez tener el visto bueno de arriba? La respuesta es Guzmán, porque ofrece más ventajas que contras.
La contra es que es un nuevito, que todavía está muy manchado de pattismo y que asienta la fuerza de su gestión en caras extrañas en el distrito, pero si da señales claras de avanzar, separando del gobierno a personajes irritantes para el justicialismo, y más para el kirchnerismo, como Maxi Patti, Gustavo Issetta, "Gastón Paez Vilaró" y un par más de segundo orden, e incorpora a su gabinete a los sectores que todavía no están, formando un equipo de gobierno escobarense y con base popular, es muy posible que cuando se definan los mecanismos para elegir las conducciones locales el muchacho de Garín cumpla un sueño que ya creía postergado para siempre: ser el peronista número uno.
Por lo pronto, segundas líneas del sector de Carranza ya empezaron a encontrar lindo a Walter Blanco, el Riquelme de la Municipalidad. Aseguran desde adentro que se está notando su mano en la levantada de la recaudación, en el orden administrativo que se está empezando a lograr y en las conexiones con sectores provinciales y nacionales que llegan a Escobar con algo concreto debajo del brazo, como la ministra Cristina Alvarez Rodríguez y el ministro Daniel Arroyo.
En el espacio de Landau, al sanfernandino lo ven más como Gracián que como a Riquelme: alguna vez mete un golazo, pero termina siendo medio pelo, siempre parece que tiene la camiseta de Vélez debajo de la azul y oro.
Unos y otros piden a Guzmán que tome una decisión drástica con los pattistas recalcitrantes, que valorice a Medio Ambiente, que descentralice la poderosa secretaría de Cantero, que brinde señales todavía más claras para la gente común en materia de educación, cultura, salud y acción social, y que, en definitiva, logre homogeneizar a su equipo gubernativo con una mística escobarense que le permita quedar en las páginas blancas de la historia y no en las otras.
Jorge L. Bonfanti