miércoles, 29 de octubre de 2008

UN COMERCIANTE SE DESCOMPENSO Y ESTA EN COMA

Dramática discusión en
la Dirección de Tránsito

Después de una discusión seguida de forcejeos y agresiones físicas recíprocas con un inspector municipal, un comerciante de 60 años se descompensó frente a las puertas de la Dirección de Tránsito y debió ser trasladado de urgencia al hospital Erill, donde se encuentra internado en grave estado.
Erasmo Uraña Fernández -de nacionalidad uruguaya y más conocido como "Coco"- había ido el lunes al mediodía a la dependencia de Mitre 450, en Belén de Escobar, para quejarse de que dos días antes ese mismo agente de tránsito había demorado sin causa a su hijo, a quien hizo subir a un patrullero porque circulaba a pie con una moto sin licencia de conducir, según la versión que el joven, de 16 años, contó a El Mensajero.
Cuando salía de exponer su reclamo ante el director de Tránsito, el padre del menor se encontró con el inspector y lo increpó nerviosamente. La discusión se desarrolló ante la vista de numerosos testigos, uno de ellos Luis Patti hijo, que en esos momentos pasaba por el lugar y se había detenido a conversar con un vecino.
Las versiones sobre el desenlace del hecho son distintas. Lo único cierto, hasta donde se sabe, es que el comerciante -dueño de una pequeña pizzería de la avenida San Martín- habría puesto sus manos sobre el agente público, que lejos de poner paños fríos reaccionó de manera violenta. Hay quienes afirman que le aplicó varias trompadas, aunque otras personas consultadas por El Mensajero no pudieron ratificar esta versión. Como haya sido, pocos segundos después Uraña se desplomó y quedó tendido en la vereda. Enseguida, una ambulancia solicitada desde la Dirección de Tránsito lo llevó al hospital Erill, donde al cierre de esta edición permanecía internado en terapia intensiva y con pronóstico reservado.

Denuncias cruzadas
Poco tiempo después del dramático episodio, el inspector Oscar Fabián Figueroa, de 37 años, se presentó en la comisaría 1ra para hacer una denuncia por "amenazas". Fuentes policiales indicaron a este medio que en su testimonio aseguró que el hombre lo tomó del cuello y lo empujó, ante lo cual reaccionó dándole "unos manotazos" para evitar que Uraña siguiera agrediéndolo.
Dos días después, la mujer del comerciante, Yolanda Jerez, se apersonó en la fiscalía y declaró una versión en la que imputó al agente de "lesiones graves".
Por su parte, el director de Tránsito, Eduardo Schwartz, inició un sumario administrativo que elevó a la Dirección de Asuntos Internos del Municipio. Y si bien Figueroa siguió trabajando durante la semana, algunos comentarios daban por muy probable que pierda su trabajo, al que había ingresado el año pasado tras realizar un curso de formación.

Testimonios
Jerez se enteró que su marido estaba en coma varias horas después del hecho. "Me dijeron que se había descompensado en la vía pública, pero nadie me contó que había tenido esa discusión. Recién me enteré al día siguiente", expresó amargada. Y también señaló que nadie del Municipio se había puesto en contacto con ella.
Su hijo Emanuel, a quien Figueroa había demorado el sábado a pocas cuadras de su casa, en la esquina de San Martín y Almafuerte, contó que su padre se había ofuscado cuando se enteró lo que le había pasado. "Yo iba caminando con la moto y tenía todos los papeles en regla, solo me faltaba el registro. Pero él me empezó a prepotear. Me decía: 'Yo te la voy a secuestrar'. Cuando llegamos a Tránsito me largaron con la moto, pero antes me dijo le tire algo para los cigarros. Me quiso coimear", manifestó el chico.
"Lo hicieron dar vueltas en el patrullero por el barrio, donde nos conocen todos", agregó la mujer, quien tomó ese hecho como una humillación a su hijo.

Drama familiar
Uraña, según le dijeron a su esposa, sufrió un aneurisma, está en coma farmacológico y es asistido permanentemente por un respirador artificial. Como dado el cuadro su pronóstico es reservado, sobre las causas por las que llegó a ese estado aún se ciernen interrogantes, aunque aparentemente sería por un pico de presión.
"Me dijeron que espere un milagro", cuenta desconsolada Jerez, que mientras reza por su esposo tratará de sostener la pizzería para mantener a sus ocho hijos. "Tenemos que trabajar para seguir viviendo, la familia tiene que seguir adelante".
Emanuel, por su parte, suplicó a los testigos "que no se acobarden y se animen a dar su testimonio. Lo precisamos".