lunes, 21 de julio de 2008

OPINION

La madrugada de Julio

Por Jorge A. Derra *
jorgederra@yahoo.com.ar

Son algo más de las siete de la mañana del 17 de julio. Amanece el día que sigue a la noche más larga de la vida en democracia de la Argentina. A las cuatro y media de esta madrugada, más o menos, un conmovido Julio Cobos marcaba su voto por la negativa al proyecto de ley que pretendía instaurar las nuevas retenciones, impulsado por el gobierno del cual es parte. Escribir en caliente suele ser peligroso, pero bien creo que vale la pena.
Esta madrugada de julio puede ser la primera del resto de la historia del gobierno de Cristina Kirchner. Estamos ante un verdadero punto de inflexión. Primero quiero rescatar la actitud del vicepresidente, valiente, a todas luces. Le hubiera resultado mucho más fácil votar por la afirmativa, políticamente hubiera sido mucho más correcto y, fuera del sector difusamente llamado campo, nadie hubiera podido cuestionarlo. Pero sucede que al hombre se le ocurrió votar con las convicciones como faro y no con el conveniómetro en mano.
Pero además de valiente, la actitud de Cobos estuvo munida de humildad, respeto, espíritu constructivo, gran lucidez y preciosismo en la elección de las palabras. "La presidente me va a entender, de nada sirve tener la ley si no tenemos la resolución del conflicto", dijo instantes después de que el senador Picheto le asestará un golpe a su última intención conciliadora respondiendo "lo que tengamos que hacer, hagámoslo rápido" a su solicitud de un cuarto intermedio.
Intensa noche. La maratónica sesión definió las dos posibles matrices para la sociedad que se viene. Dependerá del gobierno nacional cuál es el camino que se escoja.
En principio, este resultado marca, si no se pasa el límite de la tozudez, la necesidad imperiosa de que el ex presidente Kirchner desaparezca del primer plano político, si quiere permitir que su esposa pueda desarrollar aquello para lo que fue elegida.
Esta derrota del gobierno es la derrota de una forma de hacer política: la del agravio, la del amedrentamiento, la de la utilización exacerbada de la multitud como elemento de presión. Los dislates del protagonismo de Kirchner deben ser los padres de esta descomunal derrota del gobierno. Kirchner, que se aferró a la veta folklórica de la antinomia peronismo-oligarquía para pretender ganar terreno, convocando desde allí a todos los fantasmas.
Esta madrugada de Julio marca varios finales y ojalá que un principio. Marca el final de la mentira sistemática como forma de acumulación política, marca el final de la compra venta de voluntades como manera de ejercer el poder y marca el final de las propuestas cerradas sin alternativas.
Kirchner ha concebido, engendrado y parido una criatura monstruosa: la nueva oposición política expresada a partir de este conflicto. La actitud del vicepresidente Cobos puede darle la ultima oportunidad para terminar con esa criatura y disponerse a construir caminos políticos diferentes, pero para ello se necesitan algunas cosas. En principio, que se abandone antes de ser iniciado el proceso de destrucción política del vicepresidente Cobos.
Ojalá Cristina entienda que ha perdido una votación importantísima pero ha ganado algo más importante aun: un interlocutor válido para construir en la discrepancia con amplios sectores de la sociedad. La aparición en madrugada de Julio es la antítesis de lo que significa la figura de Kirchner, que hizo de la confrontación y la hegemonización la única forma de la política admisible.
El retiro inmediato de su esposo y el inicio de un nuevo camino junto a su compañero de formula le per-mitirán a la presidenta volver al punto de partida de un magnífico país posible y de una oportunidad histórica absolutamente inigualable, si entiende que no es la hora de vengarse sino de rápidamente curar heridas, restituirse legitimidad y avanzar. Tal vez estemos en el camino correcto y esta madrugada de Julio aparezca en los manuales de historia de nuestros nietos como el día en que la política se dignificó. Después de esto, recién después, se podrán definir las retenciones y todas las medidas que unos y otros desean, las que hagan grande a la Nación y feliz al pueblo.

* Columnista de El Mensajero